Por Juan José de la paz Martínez
Cuando encuentras en el estado muestras de cariño, colaboración y ayuda al prójimo, como las representadas en las épocas decembrinas, específicamente en la noche buena y la noche del fin de año con personas que sin fines de lucro, brindan su apoyo en hospitales, casas de descanso de adulto mayor y orfanatos, me queda claro que existen muchos corazones llenos de amor.
Y es ahí donde “la fuerza de mi corazón“. (De la Paz, 2017). Me mueve a tratar de ser una buena persona e invitar a mi sociedad, tomando estos buenos ejemplos de cariño, amor y humildad que todo ser humano debe de contar, pues si no se hacen las cosas con el corazón, nada tiene sentido. “Para desarrollar la compasión, primero es importante entender que entre ustedes y los demás, los otros son más importantes, porque son mucho más numerosos”. (Dalai Lama, 1989.)
Les contare un poco sobre lo vivido en las noches buena, donde para mi desgracia y al tener un accidente doméstico tuve que acudir al hospital general del niño y la mujer, cosa que sin duda me entristeció por observar como todos a mi alrededor se colocaban sus mejores atuendos, preparaban unos suculentos platillos y tarareaban villancicos y canciones de fiesta, y un servidor mientras tanto por la necesidad médica estaría dentro del nosocomio, lamentándome y perdiéndome el gran jolgorio.
Sentí que esa noche buena seria para mi recordada como la peor víspera de navidad, al estar varado por un problema de salud, y fue precisamente ahí donde aparecieron esos seres que llenaron de Alegría y felicidad el lugar, y lograron contagiar su entusiasmo a todos los presentes, recordando que todo sería mejor si y solo si nuestra mente estaba despejada y con ánimos de tener un pensamiento positivo ante cualquier adversidad.
Fue una aparición mágica y entre la penumbra de la noche descubrí el rostro de los reyes magos en San Luis Potosí, los cuales como los originales repartieron el oro, incienso y mirra. Representando el oro en su tiempo para acudir a alegrar seres indefensos, el incienso como esa divinidad llamada amor al prójimo en condiciones de real necesidad y la mirra como esa parte material donde compartieron su alimentos en una fecha tal especial, cambiando por unos instantes lo que parecería iba a ser un llanto, en muestras de cariño y amor verdadero.
Me dio mucho gusto el ver que no solo eran reyes magos, sino que también reinas con rostro oculto en el anonimato al no pretender reflectores o cámaras tras su noble labor y sintiéndose favorecidas por su pago una sonrisa o “un abrazo de amor como regalo de navidad” (De la Paz, 2017).
Sin duda hay muchos más reyes magos en San Luis Potosí de los que nos imaginamos, porque mientras muchos potosinos nos encontramos en festejos, ellos están representados como médicos o enfermeras en los hospitales, como policías en las calles vigilando nuestra seguridad, como meseros, comerciantes o trabajadores de empresas para contribuir que como sociedad podamos disfrutar de los artículos y servicios especiales para la ocasión. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres” (Madre Teresa de Calcuta, 1994).
Pero al final esos voluntarios merecen un reconocimiento mayor por su labor desinteresada en apoyar y servir a personas de escasos recursos y con la necesidad de estar hospitalizados, ganado con esto una noche buena llena de alegría y recordando que tú, yo y toda la sociedad potosina podemos ser los reyes magos de San Luis Potosí y llenar a este estado y a esta nación de Amor y Paz para los hombres de buena voluntad.
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