
Por: Mtra. Nereida Cervantes Facundo
El 25 de noviembre se conmemora una vez más el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la cual surge por la necesidad de honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael LeónidasTrujillo, su único delito fue haber luchado por sus derechos.
Si bien esta problemática a nivel internacional se ha ido visibilizando y creando todo un andamiaje de reconocimiento al derecho humano de vivir una vida sin violencia, con la creación de políticas y programas para alcanzar la igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres, aun podemos observar que estamos muy lejos de erradicarla.

En el caso particular de México, esta violencia forma parte de una tradición cultural histórica basada en la desigualdad, transmitida a través de la familia, la escuela, los medios de comunicación que consciente o inconscientemente legitiman la discriminación y la violencia contra las mujeres como una respuesta natural ante cualquier conducta que se aleje de su rol establecido, colocando en las mismas mujeres la responsabilidad de su victimización, es decir, “fueron ellas quienes lo provocaron”, por lo tanto, “se lo merecen”.
Prueba de ello, han sido las cifras que se publicaron en periódicos de mayor circulación y reconocimiento como el País y el Economista que dan cuenta de que el feminicidio y otras agresiones contra las mujeres y niñas no se han disminuido durante la administración actual: “En los primeros cinco meses de 2021, los feminicidios se han incrementado un 7,1% con respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos que ha aportado la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez. De enero a mayo, 423 mujeres han sido asesinadas por razón de su género. Otros delitos como las violaciones todavía han crecido más: un 30% en comparación con los mismos meses de 2020, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. (El País).

Como vemos, a pesar de que el Estado Mexicano siempre ha estado al menos en papel comprometido en articular y mejorar los sistemas de atención, procuración e impartición de justicia, sobre la base del marco normativo actual en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida de Violencia, no es suficiente, es importante abonar a los esfuerzos emprendidos para mejorar la información y sustentar una política integral para eliminar la violencia contra las mujeres basada evidencias científicas que permitan determinar los recursos necesarios para ejecutarla y, al mismo tiempo, contar con datos que posibiliten evaluar las políticas públicas y mejorar con el fin de hacer realidad las obligaciones adoptadas por México.
Pero este camino recorrido no puede ser solo del Estado, sino de toda la sociedad los impactos de la violencia contra la mujer son muchos y en la medida de que todos desde la familia, nuestros entornos logremos sensibilizar y cambiar la visión de los roles que históricamente se nos han asignado podremos modificar los patrones de conducta y mejorar el día a día de muchas mujeres y niñas, de lo contrario, solo será un día de muchas conferencias, vestirnos y pintarnos de naranja pero sin lograr ningún verdadero cambio, acciones tan básicas como:
- Iniciar conversaciones sobre los roles de género a una edad temprana y cuestiona los rasgos y las características tradicionales asignadas a hombres y mujeres.
- Platicar sobre los estereotipos a los que niñas y niños se enfrentan constantemente, ya sea en los medios de comunicación, en la calle o en la escuela, decirles que no hay nada malo en ser diferente. Fomenta una cultura de aceptación.
- Hablar sobre el consentimiento, la autonomía física y la rendición de cuentas a niñas y niños.
- Escuchar también lo que tienen que contar sobre su experiencia en el mundo.
Al dotar a jóvenes con información y educarlos sobre los derechos de las mujeres, podemos construir un futuro mejor para todas y todos.