Se atribuye al escritor español Ramón de Campoamor y Campoosorio la conocida cuarteta:
“En este mundo traidor,
nada es verdad ni mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira”
Y es que es natural que, ante una persona, fenómeno o situación, tengamos visiones diversas y hasta enfrentadas. En el ámbito del intercambio social se requiere de asertividad para poder analizar los argumentos de nuestro interlocutor y contrastarlos con los propios con la finalidad de enriquecer nuestras visiones. Pero bien sabemos que esto no siempre es así. A veces el color del cristal desde el que percibimos la realidad nos provoca un sesgo cromático que hace imposible siquiera escuchar activamente y ser empáticos para entender la visión ajena sin descalificarla. Y esto que sucede en el intercambio privado, también se da cuando las instituciones presentan informes sobre el estado que guarda algún tema de interés público, como la educación.
En la pasada semana se hicieron públicos tres informes sobre la educación en México que a primera vista parecen irreconciliables en su visión. Como si se refirieran a tres méxicos diferentes. La combinación de colores de los cristales que se usaron en su redacción, los míos al escribir, y los suyos al leerme, harán de esta columna un caleidoscopio en el que se combinen reflexiones a partir de indicadores, inferencias sobre tendencias y posturas ideológicas.
El primer informe es el publicado el lunes 29 de noviembre por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) sobre los Indicadores Nacionales de la Mejora Continua de la Educación en México 2021, con cifras del ciclo escolar 2019-2020. Este informe pretende que con base en la revisión de lo que se conoce como datos duros, los investigadores y sociedad en general puedan inferir si han existido avances y cuáles son los principales pendientes del sistema educativo nacional.
Es el primer informe que presenta datos, aunque todavía parciales, sobre el efecto de la pandemia por COVID-19 y la escolarización remota de emergencia. Los datos evidencian que las brechas de desigualdad en nuestro país se acentuaron al contrastar lo que sucedió con los estudiantes que tuvieron a su disposición herramientas tecnológicas, con o sin conexión a internet, además de cierta estabilidad económica, quienes pudieron continuar estudiando desde su casa; mientras que aquellos que quienes no contaron con estas condiciones, se vieron incapacitados para estudiar. Los datos son devastadores: en las comunidades indígenas alrededor del 90% de los hogares no disponen de computadora o conexión a internet.
Mejoredu publica los primeros indicios de abandono escolar durante esta etapa: 8.6% en preescolar, 4.5% de alumnos en primaria, 5.3 % en secundaria y hasta 10 % en Educación Media Superior, con todo y que estos últimos son beneficiarios de la Beca Benito Juárez que se siguió pagando durante la pandemia. Si atendemos a estos datos como indicadores de la mejora continua de la educación en México tal como el título del informe los refiere, habrá que inferir que no hay tal mejora, a menos que ésta se busque en elementos no cuantitativos.
Cambiando los lentes con los que analizamos la educación, ahora nos colocamos los que nos proporciona La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida abreviadamente como UNESCO que el martes 30 de noviembre presentó los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo ERCE 2019. Se trata de una evaluación en la que participaron 16 países de América Latina y el Caribe, analizando el desempeño de 160 mil estudiantes de tercero y sexto grado de primaria a quienes aplicaron pruebas de Lectura, Escritura, Matemática, y en el caso de los niños de sexto, también se agregó Ciencias.
Los datos del ERCE indican niveles de aprendizaje muy bajos y un estancamiento en la mejora de la educación en la región, pero es importante señalar que este estudio se realizó en 2019 por lo que los resultados son previos a la pandemia. El estudio describe lo que los alumnos saben y son capaces de hacer de acuerdo con su currículum y sus resultados pueden compararse con un estudio previo realizado en 2013.
Los niños mexicanos no obtienen buenos resultados de acuerdo con su nivel, pero se sitúan por encima del promedio regional en todas las áreas evaluadas. Mal de muchos, dirían por ahí. Sin embargo, el peor resultado a mi parecer es no presentar diferencias significativas con la evaluación realizada seis años atrás, lo que indica un estancamiento. Por otro lado, sí se observan avances en cuando a la disminución de las brechas entre géneros. Las niñas salen mejor en Lectura y en Ciencias que los niños, quienes las siguen superando en Matemáticas.
Más interesantes que los resultados, son los aspectos que muestran relación entre el desempeño y los rasgos de contexto de los participantes, los cuales permiten establecer hipótesis para investigaciones posteriores:
- Los alumnos obtienen mejores resultados cuando tuvieron acceso a educación preescolar, las madres y padres se involucran y tienen altas expectativas de sus hijos.
- Los alumnos obtienen mejores resultados cuando sus profesores apoyan el aprendizaje de todos los estudiantes, asisten habitualmente a clases, muestran interés por su bienestar y planifican su enseñanza.
Los informes de Mejoredu y la UNESCO proporcionan diversas miradas sobre una misma realidad: la educación en México tiene un urgente desafío de diseñar e implementar un plan estratégico para desarrollar el sistema educativo nacional.

En contraste, el miércoles 1 de diciembre, el presidente de México, Andrés M. López Obrador, dirigió un discurso a 3 años del inicio de su gobierno desde el Zócalo de la Ciudad de México, en el que resaltó los logros de su gestión a la mitad del período para el que fue electo. En el mensaje de 77 párrafos dedica nueve a temas relativos a la educación. A diferencia de los informes de Mejoredu y la UNESCO, casi no utiliza cifras para respaldar sus afirmaciones. Es más, según el Taller de Comunicación Política SPIN, el discurso incluye 190 promesas o afirmaciones falsas o engañosas.
Lo que yo encontré es que, en temas educativos, el discurso es una copia vil de aquel que pronunció apenas hace 3 meses, el 1º de septiembre y al que le dedicamos la columna “La educación en el mal llamado informe”.
Se solazó calificando como “casi inmediata” la respuesta a la pandemia mediante un “amplio programa de educación a distancia”; volvió a recordarnos la cantaleta de la cancelación de la “mal llamada reforma educativa” y afirmó que se trata “con respeto a los educadores” a pesar de que la USICAMM se ha empeñado en su irrespetuoso desdén y, finalmente nos recordó que no se detuvieron los pagos salariales a los maestros durante la pandemia, como si esto fuera una graciosa concesión o un mérito de su gobierno.
Insistió en la falacia de que no han faltado libros de texto para la educación media superior, cuando como sabemos, éstos ni son nacionales ni mucho menos gratuitos. Además, insistió en que “el nuevo Conacyt” realizará aportaciones como la que representó la creación de ventiladores para tratar a enfermos graves de COVID y anunció que en un año se contará con la vacuna Patria. Pero no dijo nada sobre las críticas que han recibido dichos ventiladores por parte de los médicos, ni sobre el origen de la vacuna patria que se realiza con la colaboración y licenciamiento de una escuela de medicina de Nueva York.
La educación en nuestro país es tan diversa y compleja como nuestra propia realidad, es por ello que nunca será suficiente mirarla a través de un cristal monocromático.
“En este mundo traidor,
un solo color no es propio.
Para apreciar la verdad
búscate un caleidoscopio”

Sergio Dávila Espinosa
Twitter: @sdavilae
7 de diciembre de 2021