“Otro año va a comenzar
lleno de buenos propósitos
y abierto de par en par
a despropósitos”.
(Enrique Bunbury)
El inicio de 2022 amenaza el optimismo en la educación de nuestro país. Apenas nos preparábamos para el reinicio de clases después del período vacacional de invierno cuando las autoridades de numerosos estados pospusieron el regreso, alarmadas por el acelerado aumento de contagios de COVID-19 debidos a la variante ómicron del virus, así como al relajamiento social en las medidas de prevención durante las celebraciones de navidad y año nuevo. En la primera semana del año vivimos la esquizofrenia de las filas kilométricas. Unas para comprar roscas de reyes en Costco y otras para realizarse pruebas de antígenos o PCR y confirmar o desechar el temido diagnóstico.
Y junto con el aplazamiento para el regreso a clases presenciales, la vieja confiable de las autoridades: “las clases no se suspenden, sólo cambian de modalidad, se impartirán a distancia. Los alumnos y maestros ya tienen experiencia”. Los inicios de año normalmente se presentan como una oportunidad para plantearse propósitos de mejora, para renovar compromisos, para retomar proyectos que se abandonaron en la fatiga cotidiana. Pero este año no será así. Desde la primera semana, recibimos un golpe de realidad que, si acudimos a la tradición de las cabañuelas, augura un año incluso más difícil que los precedentes. Debemos suplir ese “empujón” de motivación de inicio de año por decisiones individuales que nos blinden y preparen para un semestre en que lo único previsible con certeza es la incertidumbre.
Nuevamente los profesores deberemos trabajar con eso que las autoridades llaman “modelo híbrido” pero que en realidad se trata de escolarización en modalidad alternada, mixta y emergente; mediada en algunos casos con tecnología. Y para hacerlo podemos esperar el apoyo normativo, metodológico y tecnológico de las autoridades, o tomar las riendas y empoderar la profesionalización de nuestra docencia. Los propósitos para el 2022 no tienen buen semblante, por ello propongo cambiarlos por despropósitos. Este año requiere que los docentes nos transformemos en INNdocentes para navegar con éxito en la mar de incertidumbre amenazada por nubarrones de dificultades que se avecinan para la educación.
Cuatro son las características que definen a un INNdocente:
- Investigación. Un docente que busca oportunidades de formación y actualización y no se conforma ni se limita a las que las autoridades brindan. Sabe que hoy en día es tan importante o más la educación continua que la preparación profesional. Un docente que planea y construye una trayectancia docente, eligiendo, programando y destinando tiempo y recursos económicos a lecturas, cursos o programas de posgrado que le ayuden a mantenerse al día.
- Innovación. Un docente que no repite el mismo curso que hace un año o más, sino que incorpora actividades, recursos y aplicaciones para desarrollar su propia flexibilidad pedagógica, cognitiva y competencia tecnológica. Un docente que sabe que, así como uno no se baña dos veces en el mismo río, nunca puede usar la misma planeación para dos grupos diferentes. Si el semestre pasado utilizó Kahoot o cualquier otra aplicación con éxito, este semestre no se conforma con repetir la fórmula, sino que busca una nueva para mantener a sus estudiantes expectantes, sorprendidos y motivados.

- Inspiración. Un docente que es consciente que en su trabajo la relación humana es fundamental. Que sabe que a pesar de sus limitaciones y fallas es un influencer, es decir referente y modelo de vida adulta para los estudiantes que le fueron confiados. Que sus dichos, hechos y actitudes influyen en el gusto o disgusto de los niños y jóvenes por el estudio. Numerosas vocaciones en los hoy adultos fueron sembradas quizás sin saberlo por nuestras maestras y maestros.
- Irreverencia. Un docente que no se conforma con un papel pasivo. Que elige los contenidos de su programa que son más relevantes y se atreve a conectarlos con los intereses de sus estudiantes, aunque para ello tenga que averiguarlos. Que se atreve a implementar nuevas formas de evaluación donde no se rinde pleitesía a las calificaciones y se atreve a trabajar en equipo con sus colegas y trascender los límites del programa, aula y calendario escolar para promover el aprendizaje y bienestar de los estudiantes.
¡Qué bien le harían a nuestro país contar con miles de INNdocentes en este 2022!, ¡Qué bien le haría a nuestras escuelas que nuestras autoridades propiciaran los espacios para fomentarlos y que no sean considerados como “llaneros solitarios” o “bichos raros” !, ¡Qué bien nos haría a todos revisar nuestros propósitos y atrevernos a cambiarlos!

“Nunca cometes un error
cuando improvisas,
en el horizonte de un nuevo día
todo puede ser mejor”.
(Enrique Bunbury)
Sergio Dávila Espinosa
Twitter: @sdavilae
11 de enero de 2022