INNtenseando: La vacaci-off

Se publicó ya el calendario escolar oficial para la educación básica en el curso escolar 2022-2023, confirmando la filtración que unos días antes se había vuelto viral entre los directivos y maestros. Un calendario que prevé 190 días de clase, pero que exige la presencia de los maestros en 26 días adicionales para actividades de formación, planeación, evaluación y administrativas. Sí, un calendario de 216 días laborables para los maestros entre el 22 de agosto de 2022 y el 28 de julio de 2023.  

Es el segundo curso escolar en que el calendario tiene estas características con retención semejante de los maestros en sus centros de trabajo. Atrás, muy atrás quedaron esos tiempos en los que las vacaciones de los alumnos se prolongaban los meses de julio y agosto. Los maestros de educación básica no tenían las mismas vacaciones que los alumnos, claro está, pero sí tenían al menos un mes completo de receso.

¿Qué motivó este cambio? Hay dos explicaciones semi-oficiales pues hay que decir que ninguna razón se ha dado de manera explícita ante el silencio cómplice de las organizaciones sindicales: la primera es que debemos trabajar más para “recuperar los aprendizajes perdidos” durante la pandemia y la segunda, que hay la necesidad de introducir 25 jornadas de “talleres de formación continua para docentes sobre los nuevos planes y programas de estudio”.

Aunque no se dice, a mí me parece que también pesa mucho esa idea socialmente compartida “ezdeque los maestros tienen muchas vacaciones” y que no es justo que descansen más que otros trabajadores en la industria o servicios de los sectores público y privado.

Permítanme queridos lectores hacer una reflexión sobre estos tres puntos:

  • Sobre recuperar los aprendizajes perdidos, en primer lugar, hay que decir que no hay estudios formales que permitan evaluar ni cuantitativa ni cualitativamente los aprendizajes que se perdieron durante la pandemia. Sólo quienes ignoran el funcionamiento del cerebro humano se pueden atrever a pensar que los niños y jóvenes activaron una especie de pausa que les impidió aprender y que desactivaron al regresar a la presencialidad, por lo que para recuperar dos años de pandemia requieren añadir un mes de clase durante los próximos diez años. El llamado “rezago” educativo como efecto pandemia es sólo una hipótesis que hay que verificar con investigación y aplicando instrumentos, de esos que tanto molestan a la administración actual. Quien esto escribe ha podido acceder a comparar los resultados de los exámenes de admisión EXANI-I para el bachillerato de COBACH en San Luis Potosí, entre generaciones antes y después de pandemia y la diferencia no sólo no es significativa, sino que favorece marginalmente a quienes tuvieron que adaptarse a nuevas condiciones de estudio. También he podido revisar resultados de las pruebas Kanik de rendimiento académico que incluyen comprensión lectora y matemáticas aplicadas a alumnos de escuelas de la Ciudad de México y Yucatán, antes y después de pandemia, encontrando nuevamente que no hay diferencias significativas en los resultados.
  • Sobre la necesidad de los “Talleres intensivos de formación continua para docentes” el chiste se cuenta solo. La contradicción inicia en el nombre mismo que le dan a la actividad. Originalmente habían llamado a esto “Capacitación para docentes”, pero el Dr. Ángel Díaz Barriga en su conferencia, explicó a Delfina Gómez por qué los maestros no requerimos de eventos de capacitación ya que no realizamos labores técnicas repetitivas, sino de procesos formativos a largo plazo en los que se recuperen los saberes y experiencias previas de los maestros, se contrasten con referentes conceptuales y finalmente provoquen una reflexión que derive en procesos de innovación. La señora tomó nota, pero en lugar de modificar el modelo, sólo le cambió de nombre, sin advertir ella, ni nadie de su equipo, la contradicción. Seguramente su mente estaba en lograr su anhelada candidatura por Morena para la gubernatura del Estado de México.
  • Y finalmente sobre esto de que los maestros tienen demasiadas vacaciones, hay que entender que los docentes realizamos un trabajo cíclico que está incrustado en un período anual. A diferencia de otros oficios y profesiones, el trabajo no es el mismo en las diversas temporadas del año, por lo que mientras que para otros cuando se tiene un período vacacional el trabajo se interrumpe y se vuelve a retomar en el mismo punto en el que se dejó o realizando las mismas actividades que antes del receso; en el caso de los maestros esto no es así. El trabajo del maestro lo expone a un intenso desgaste no sólo físico, sino también intelectual y emocional; que evidentemente se acumula conforme avanza el ciclo escolar. Si le sumamos a lo anterior que los maestros ahora son contactados por los padres de familia por mensajes de Whatsapp en horario extralaboral y hasta en fines de semana para pedir explicaciones sobre las tareas; si le añadimos la exigencia de las autoridades por evidencias de sus estrategias para alcanzar aprendizajes sin reprobar estudiantes que incluso ha provocado en algunos reacciones de rebeldía y desafío: “no voy a hacer nada y hágale como quiera que al fin ya me dijo mi mamá que no me puede reprobar”; estamos poniendo a prueba de manera innecesaria su capacidad de resiliencia y vocación.

El próximo viernes 17 los maestros tienen indicado en el calendario la jornada de “descarga administrativa” con la que en la práctica terminarán de recabar y procesar la información con la que calificarán a sus estudiantes el tercer y último período parcial del curso. Sin embargo, tendrán que seguir trabajando con ellos hasta el 28 de julio. Más de un mes de provocar desde la organización escolar la simulación educativa. Es fácil decir desde un escritorio, “ezdeque… todavía hay tantas cosas que se pueden aprender, profundizar o revisar con los alumnos que van mal”; “ezdeque… les falta imaginación a los profesores para hacer actividades y proyectos transversales para consolidar los aprendizajes de los estudiantes”; “ezdeque… está bien que los niños vayan a la escuela porque en casa se aburren y se ponen insoportables”.

Añada a lo anterior, que numerosos alumnos tienen sus vacaciones familiares ya programadas y siguiendo la tradición de que en julio ya están libres, simplemente nos avisan que no estarán durante tal o cual semana, pero piden que se les justifiquen las ausencias para “no perjudicar sus calificaciones”. Y claro, si las familias tienen hijos estudiando en bachillerato o universidad, tendrán que lidiar con el desfase que existe en las mismas entre niveles educativos.

Las vacaciones son importantes para la salud emocional y cognitiva de los estudiantes y los maestros.

  • A los niños y jóvenes les sirve para tener tiempo de realizar actividades en casa, para dedicar a un pasatiempo o encargo en el hogar; para explorar aficiones que el calendario escolar no permite, como andar en bicicleta, jugar juegos de mesa o leer. Y claro, incluso también para aburrirse, lo cual está más que demostrado, también es importante en esta etapa formativa de los niños para favorecer el desarrollo de su creatividad.
  • A las familias les permite tener tiempo para realizar paseos o actividades conjuntas tales como visitar museos, conciertos, exposiciones o ciudades en las que puedan aprender de historia o arte. Lamentablemente las condiciones de seguridad del mundo moderno hacen cada vez más difícil que estas salidas o viajes de estudios se den desde la escuela.
  • A los maestros les permite cambiar la rutina en favor de la creatividad, dedicarse a aquellas lecturas pendientes, a mejorar su actividad física y tiempo de sueño, a convivir con la familia sin tener que revisar simultáneamente una pila de cuadernos, a ver aquellas películas guardadas en sus listas o a explorar algún programa de cómputo que les dará ideas para llevar al aula.

Con este calendario escolar, los maestros de educación básica tendrán esta vez sólo las tres primeras semanas de agosto de vacaciones, debiendo presentarse el 22 de dicho mes a trabajar. Y eso si les va bien, pues es bien sabido que en algunos ámbitos además se les piden presentarse antes ya sea para labores de mantenimiento escolar o por requerimientos propios de las instituciones particulares.

Este calendario escolar es una nueva afrenta a un gremio cansado y desesperanzado al que se prometió revalorización y al que no se le ha cumplido, ni con las continuas contradicciones de la USICAMM, ni con los aumentos de salario diferenciados, ni con los funcionarios que ven a la SEP como trampolín para sus aspiraciones políticas o para diseminar sus utopías ideológicas.

Sergio Dávila Espinosa
Twitter: @sdavilae

13 de junio de 2022

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