Al final de esta semana que hoy comienza, los colectivos de maestros de educación básica analizaremos una vez más en el marco del Consejo Técnico Escolar la metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos (PBL por sus siglas en inglés). Intencionalmente o no, será una invitación tácita a terminar el artificial y dolosamente alargado curso escolar “encargando” proyectos transversales a los ya muy cansados y estresados estudiantes para que puedan entretenerse una vez que las calificaciones finales han sido definidas y en algunos casos, comunicadas y hasta capturadas.
Una vez más me parece que la SEP desaprovecha los beneficios de esta metodología al situar su reflexión al final del curso, cuando su aplicación implica una cuidadosa planeación remota, que preferentemente debe realizarse al inicio del ciclo escolar para implementarse de manera ordenada durante el mismo.
Dedicaré este espacio a algunas reflexiones sobre lo que debe ser la enseñanza basada en proyectos, sus ventajas y potencialidades, pero también sobre los errores que por ignorancia o dolo, cometemos algunos maestros al implementar o simular que implementamos esta metodología.
Empezaré con una anécdota: Hace algunos años, cuando mi hija estudiaba la preparatoria un día, hacia el final del semestre, me preguntó si podía ayudarle con su tarea de matemáticas. Como es la materia que enseñé por décadas en diversos niveles, le contesté afirmativamente y la cuestioné.
-¿qué te dejaron de tarea?
-un proyecto, dijo ella.
-muy bien, ¿de qué se trata el proyecto?
-no nos dijo la maestra, sólo dijo que hiciéramos un proyecto.
-pero ¿qué especificaciones les dio?, ¿qué temas tienen que abordar?, insistí
-olvídalo, voy a buscar algo en internet.
No podía creer que alguien simplemente pidiera a sus estudiantes “un proyecto” de matemáticas, física, historia o cualquier materia, sin especificar ningún objetivo, acotar algún tema o brindar una guía para su realización. Con el tiempo me encontré con que esta es una práctica que se ha consolidado entre maestros y estudiantes: los primeros piden proyectos sin especificar nada, y los segundos buscan en Google “proyecto de física” o “proyecto de música y matemáticas” y se ocupan de refritearlo.
Digamos entonces primero, lo que no es la enseñanza basada en proyectos:
- No es una actividad libre sin tema, objetivo y rubros para su elaboración y evaluación.
- No es una exposición de trabajos o carteles sobre “lo que más les gustó del curso”.
- No es una actividad de relleno para entretener a los estudiantes al final del curso escolar.
- No es una alternativa de evaluación para aplicarse al final de un tema o curso en lugar de realizar un examen.
Es cierto que es una actividad que implícitamente implica un amplio margen de libertad para la toma de decisiones, pero debe equilibrarse con guías, normas y plazos claros para su elaboración, presentación y evaluación.
Y ahora digamos lo que sí es: Se trata de una Metodología de Enseñanza y Aprendizaje (no sólo de aprendizaje) que implica el plantear a los estudiantes un desafío relacionado con su contexto cotidiano en el que de manera colaborativa aprenden resolviendo, produciendo o creando una respuesta que podrán compartir como evidencia.
Permítanme enfatizar que es una metodología lo que implica que los maestros conozcamos y apliquemos sus características y reglas básicas. Digámoslo con claridad: no cualquier encomienda para trabajar en equipo es aprendizaje basado en proyectos. Existe mucha bibliografía y extraordinarios cursos de apoyo gratuitos como los que ofrece Fundación Telefónica para aprender a utilizarlo adecuadamente y aprovechar sus beneficios.
Aunque el rol que juegan los estudiantes es el de protagonistas en el aprendizaje, el trabajo que hace el profesor es intenso y muy importante antes, durante y después de la implementación del proyecto. Se equivoca quien piensa que en el PBL mientras los alumnos trabajan el maestro descansa o puede dedicarse a revisar sus redes sociales.

No es el objetivo de esta columna ser un manual para la aplicación de esta metodología, pero sí mencionaré sus etapas y cómo se involucra el maestro en cada una:
- Diseño previo: Como ya se mencionó no se trata de hacer lo que a cada quién le venga en gana, sino que el profesor planea previamente una situación relacionada con la vida de los estudiantes, con su entorno o incluso con algún evento de interés en la que puedan aplicar los temas de su plan de estudios. Esta situación deberá dar pie a un desafío en el que se les pida la solución de una situación problemática, la creación de un producto o la producción de nueva información.
Deberá contestar y explicitar en un documento qué es lo que quiere que los alumnos aprendan, comprendan o sean capaces de hacer o lograr. Un buen proyecto deberá considerar un desafío que no exista ya en internet y que los chicos puedan simplemente localizar y reproducir sin mayor implicación. - Implementación: Una vez diseñado el proyecto, debe presentarse a los estudiantes de manera atractiva y emocionante para implicarlos en ello. Se deberá organizar el grupo en equipo, asignar roles, dar a conocer una guía que incluya los objetivos, características del desafío y rubros a considerar para su evaluación. A partir de ese momento, los chicos recopilan información, toman decisiones e inician la solución o producción de su trabajo. Durante esta etapa el profesor acompaña el proceso. Evalúa de manera formativa los avances, corrige forma y fondo, los anima, los reta a mejorar.
- Exposición: Una vez terminado el producto, es importante socializarlo ya sea con el grupo o si es posible con otros alumnos de la escuela, padres de familia o con otras escuelas. Los chicos preparan la exposición, y responden a preguntas sobre el proceso vivido y lo aprendido. Es el culmen del método. Es recomendable invitar a otros profesores o especialistas que puedan escuchar y cuestionar a los chicos. Es el momento de mayor implicación con el aprendizaje, y por tanto de mayor empoderamiento y desarrollo de competencias para la comunicación.
- Metacognición: El proyecto no debe terminar con el desmontado de la exposición. Es importante tener una sesión para poner en común lo que se aprendió de la materia y reflexionar sobre su participación e implicación en el proyecto y con el equipo. Es también el ineludible momento final en el que se asigna una calificación, que, si todo se hizo bien de parte de los chicos y el maestro, no debe sorprender a nadie que sea un maravilloso 10 que merezca ser celebrado en un pequeño convivo.
Así que les recomiendo respetuosamente a los maestros, que después del CTE de este viernes, superen la tentación de sobrecargar el fin del curso con un proyecto adicional, y en su lugar, empiecen a recopilar ideas novedosas, emocionantes y atractivas para incluir alguno durante el próximo curso escolar.

Sergio Dávila Espinosa
Twitter: @sdavilae
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20 de junio de 2022