INNtenseando: Apuntes o screenshots.

Los alumnos que asistimos a las escuelas tradicionales en el siglo XX fuimos formados en la habilidad para tomar apuntes y estudiar en ellos. No pocos de nosotros incluso conservamos aún algunos de nuestros cuadernos de la primaria o secundaria.

Los apuntes fueron una habilidad indispensable cuando la fuente principal de información era la exposición del maestro quien hablaba mucho y escribía poco. El maestro hablaba de lo que sabía a partir de diversas fuentes de información que a su vez concentraba en apuntes personales. Debíamos desarrollar la habilidad para atender la explicación del maestro y con las pistas discursivas o con apoyo de las palabras clave que escribía en el pizarrón, crear una estructura, escribir ideas y a veces incluso, ilustrarlas con algún diagrama improvisado. Todo esto sin interrumpir la exposición, pues cuando alguien le pedía repetir algo o ir más despacio contestaba con alguna frase como “no jovencito, si no estoy dictando, usted tome nota de las ideas principales de lo que yo le estoy diciendo”.

Unos buenos apuntes libraban al alumno de estudiar directamente del libro, pues además de poder resaltar aquello que el maestro decía que “era importante y podía venir en el examen” había que buscar los libros en la biblioteca lo cual no siempre era tarea fácil.

Hoy los tiempos han cambiado. Un alumno con un smartphone conectado a internet ya no se preocupa por encontrar información pues puede simultáneamente mientras el profesor explica buscar información en Wikipedia o cientos de otras fuentes incluyendo videos, infografías con más detalle y más atractiva que la que presenta el profesor. Y eso que hoy en día prácticamente todos los maestros recurren a apoyos visuales de diapositivas en Power Point u otros soportes, mismas que los alumnos capturan tomando fotografías con su smartphone. Ya ni siquiera tienen que pedirle al maestro si está de acuerdo en compartir con ellos su archivo y cargarlo en alguna USB o esperarla en un correo.

Además, el smartphone permite que los estudiantes graben la exposición en video o sólo en audio. Maravillas que hubiéramos deseado tener a la mano para conservar alguna memorable clase de alguno de nuestros maestros.  A mí, por ejemplo, me gustaría haber grabado aquella clase del Lic. Guillermo Delgado quien en la preparatoria me impartió la materia de Filosofía y un buen día nos convenció a todos debatiendo uno por uno nuestros argumentos de que la libertad no existe. Cuando no quedó ninguno por convencer, entonces nos explicó lo que realmente es la libertad como facultad de elegir entre dos bienes u opciones, y a partir de ahí construir no sólo una definición sino reflexionar en sus limitantes y reforzadores. 

Algunos estudiantes, así como algunos maestros cuando toman el rol de estudiantes en los cursos de formación, descargan y almacenan lecturas en PDF, presentaciones y fotografías. Aunque tengo la duda si no tendrán el mismo destino de esos videos que algunos graban con su celular en los conciertos: un simple rincón en la memoria, pero en la memoria del teléfono y no en la memoria episódica o declarativa que se gestiona en nuestro cerebro.

Y es que sin duda los smartphones se han vuelto una extensión de nuestro cerebro en cuanto a su capacidad para investigar, gestionar y producir información; así como para comunicarse de manera instantánea con una persona específica o con todo el mundo. Sin embargo, así como ya nadie recuerda como antes, los números telefónicos de nuestros amigos o familiares pues todos están guardados en la memoria del teléfono, de la misma manera el ya no tomar apuntes nos excluye de gozar los beneficios que esta práctica tiene sobre el aprendizaje.

Cuando tomamos nota, activamos diversos circuitos de nuestro cerebro asociados con el aprendizaje y la creación de memorias a largo plazo. La atención se enfoca en los canales visual y auditivo mientras el profesor explica, y la información se retiene brevemente en la memoria de trabajo (o memoria trabajando como se le llama ahora) donde las conexiones entre el hipocampo, ganglios basales y corteza prefrontal de nuestro cerebro se encargan de filtrar y seleccionar aquello que se considera más importante, así como estructurarlo en una frase o un esquema que casi de manera simultánea se escribe en el cuaderno.

Es claro que la actividad cerebral es mucho mayor y más comprometida con la información que aquella en la que sólo se está pendiente de tomar una fotografía del pizarrón lleno o de cada diapositiva presentada por el profesor.

Existe investigación que comprueba que además durante el descanso nocturno el hipocampo consolida mejor las memorias en las que se implicaron diversos recursos y canales y por tanto, se recupera de manera más eficiente aquello que se escribió de manera manuscrita en un cuaderno de apuntes.

Escribir a mano implica la gestión de la atención sostenida, la selección de información, así como su ponderación, por lo que quien toma apuntes desarrolla una intensa actividad cerebral aún en un salón donde un profesor es el único que habla y lo hace por más tiempo del que sería recomendable.

Por supuesto que si además estos apuntes son retomados por el alumno para leerlos y estudiar en ellos tres días o una semana después de haberlos escrito contribuye a “aplanar la curva del olvido” pues está también demostrado que para consolidar información a largo plazo es necesario la repetición periódica de la misma. Incluso hay estudios que comprueban que es más efectivo repasar sobre los apuntes propios que sobre las diapositivas de los profesores o el libro de texto.

Los maestros podemos promover que los apuntes sean un poderoso instrumento para activar la cognición de nuestros estudiantes si seguimos algunas recomendaciones:

  • Escribir en el pizarrón un esquema básico de los temas y subtemas que se abarcan en la clase del día, así como en las anteriores. La ubicación de la información es importante para la activación de conocimientos previos.
  • Explicar a los alumnos que ellos deberán escribir ideas a partir de la explicación pero que no se espera que escriba todo lo que diga. Quizás algunas frases sean textuales, pero también deberán aprender a parafrasear los dichos del maestro.
  • Tomar en cuenta que hacer apuntes de calidad implica también un hábito que debe formarse a partir de la repetición constante acompañada de evaluación formativa, por lo que puede hacer pausas cada 10 o 20 minutos para que los estudiantes consoliden sus apuntes y tal vez incluso preguntar a algunos qué escribieron y cómo lo hicieron para asegurarse que están captando las ideas fundamentales.
  • Animarlos a organizar sus apuntes con notas visuales tales como dibujos, textos resaltados, viñetas, conectores o trazos que ayuden a resaltar una idea, así como a establecer un sistema propio de íconos y garabatos que indiquen importancia de la información, preguntas para el profesor, tareas o fuentes para revisar en casa.
  • Además de incluir imágenes hay que propiciar que los alumnos tengan códigos para resaltar títulos que ayuden a identificar la estructura de los apuntes.
  • La inclusión de esquemas gráficos tales como mapas mentales, mapas conceptuales, cuadros sinópticos son una poderosa herramienta si el alumno es el que los construye y no tanto cuando sólo copia un esquema del autor del libro o del maestro.
  • Si el maestro lo considera adecuado, puede incluso “premiar” con un punto extra a aquellos estudiantes que le presenten apuntes completos y bien presentados.
  • Aunque la organización de los apuntes es personal, ésta debe ser lo suficientemente clara para que comunique las ideas principales si los apuntes son leídos por una tercera persona. Esto contribuirá a evitar que acorten palabras o escriban símbolos pretextando “es que yo me entiendo” porque muchas veces después esa información no puede ser recuperada por ellos mismos.
  • Es además una excelente oportunidad para ejercitar y mejorar su caligrafía, objetivo muy pertinente en un tiempo donde la escritura en dispositivos ha reemplazado la escritura manuscrita al grado de volverla casi ilegible.
  • Y por supuesto, nada enseña más que el ejemplo. Quizás habría que mostrarles a nuestros estudiantes de vez en vez nuestros propios apuntes y los códigos que utilizamos en ellos.
  • ¿Y que tal si el director o los maestros de diversas materias promueven un concurso de apuntes en los que se premie la creatividad?

La neuroeducación no es una moda que tenga como objetivo reemplazar todas nuestras prácticas. Por el contrario, es la oportunidad de entender mejor y fundamentar el valor de algunas que incluso parecen estar en peligro de desaparecer. ¡Revaloremos los cuadernos de apuntes escolares para aprender más y aprender mejor!  

Por: Sergio Dávila Espinosa
Twitter: @sdavilae

26 de septiembre de 2022

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