En esta ocasión quiero plantearle a quemarropa una pregunta ¿usted, amable lector se considera una persona creativa?, y si es el caso que contestó afirmativamente le tengo otra pregunta, ¿usted nació creativo o aprendió a serlo con la experiencia?
Es muy claro que la creatividad es un atributo asociado con la inteligencia que nos permite adaptarnos a un mundo que cambia de manera acelerada. Nuestros estudiantes de hoy tendrán la necesidad de resolver problemas inéditos en trabajos, profesiones o emprendimientos que quizás hoy no existan aún.
La creatividad está interrelacionada con funciones ejecutivas de nuestro cerebro tales como la planeación, la resolución de problemas, la imaginación y la flexibilidad cognitiva.
La historia nos ha mostrado ejemplos de personas creativas como Leonardo da Vinci, Thomas Alva Edison, Nikola Tesla o Steve Jobs, cuyos inventos transformaron nuestra vida cotidiana, así como de artistas como Dalí, Mozart o Picasso cuyas obras transformaron nuestra percepción de la belleza. Hoy en día los genios de la creatividad casi nunca brillan de manera aislada sino en grupos colaborativos como los responsables de las innovaciones a los smartphones o los creadores de la vacuna contra la COVID-19.
Sin embargo, en nuestra vida, todos nos vemos beneficiados si desarrollamos la creatividad buscando soluciones inéditas o mejores a los problemas cotidianos o de nuestro trabajo.
La gran pregunta es ¿qué tanto influye la escuela en el desarrollo del pensamiento creativo de los niños y jóvenes? En 2006 Sir Ken Robinson, experto internacional en creatividad afirmó en una de las charlas TED con más reproducciones de todos los tiempos que “la escuela mata la creatividad” y que los maestros lejos de promoverla la inhibimos desde la educación preescolar hasta el posgrado. En el primer caso enseñando a los niños a iluminar sin salirse de los márgenes y las formas que deben tener las flores o las mariposas, y en el último sometiendo a los estudiantes a una lista limitada de temas de investigación elegidos por los docentes y asesores, asociados además a rígidas metodologías de investigación.
Sí, la escuela puede matar la creatividad, pero también puede desarrollarla y perfeccionarla si trabaja de manera intencional, colaborativa y coordinada. Sabemos que la persistencia, perseverancia y especialmente la autoeficacia creativa influyen en su desarrollo, por lo que es importante que cada estudiante se sienta capaz de producir trabajos y soluciones creativas.
La escuela puede desarrollar la creatividad si desde las autoridades escolares se fomenta en lugar de inhibir la diversidad en las pedagogías, opciones para enseñar y evaluar, así como la puesta en común de exposiciones y productos realizados por los estudiantes. Si desde las aulas los maestros diseñan situaciones de aprendizaje en las que los estudiantes deban recrear el conocimiento de forma inédita o resolver de manera creativa un problema, si se acompaña el proceso sin limitar las opciones sino ayudando a que se desafíen los límites. Si los productos esperados son desafiantes, los estudiantes los descubrirán como retos atractivos y entrarán en el círculo virtuoso de la motivación intrínseca: desafío-acción-satisfacción al que nos referimos la semana pasada en esta columna.
Si usted pide a sus alumnos “una investigación sobre la independencia nacional” es muy probable que busquen en Google y hagan un copy-paste, versión actualizada de quienes otrora comprábamos una “monografía” en la papelería y copiábamos el texto del reverso antes de pegar las ilustraciones en el cuaderno. En cambio, si les solicitamos la creación de un guión para una serie o podcast que tenga como premisa la visita de Hidalgo o cualquier otro prócer de esa etapa al México de hoy, abduciéndolo en una máquina del tiempo 24 horas antes de que su conspiración fuera descubierta, los chicos no podrán encontrar un ejercicio similar en la red y tendrán en este desafío una motivación para ejercitar su imaginación y creatividad.
En 2022 el Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes, PISA, por sus siglas en inglés aplicará una prueba sobre el desarrollo de la creatividad en los alumnos de 15 años que es complementaria a la que realiza cada tres años sobre comprensión lectora, matemáticas y pensamiento científico.
Para PISA la creatividad consiste en “participar productivamente en la generación, evolución y mejora de ideas que pueden resultar en soluciones originales y efectivas, avances en el conocimiento y expresiones impactantes de la imaginación”.
Se supone que México participará en esta evaluación pues incluso ya se anunció el pago de los derechos correspondientes, pero habrá que tener cuidado de que ésta no sea boicoteada desde las mismas entrañas de la SEP donde cuenta con acérrimos enemigos como Marx Arriaga quien se ha jactado de que la sola mención de las evaluaciones internacionales estandarizadas “le recorre el cuerpo con un impulso eléctrico”.

Como en las otras competencias evaluadas, lo más valioso no serán los resultados sino los marcos de referencia de la prueba pues son valiosos aportes para reflexionar sobre una de las aspiraciones educativas principales a nivel mundial. Marco de referencia, que, por cierto, ya está disponible en internet para quien esté interesado.
¿Y si no participamos de esta evaluación e ignoramos los aportes de numerosos expertos internacionales sobre el desarrollo de la creatividad?, ¿Qué pasará si limitamos su desarrollo sólo a lo previsto en el ámbito nacional?, ¿Qué dice sobre esto el Plan de Estudios 2022 (sic)?
Lamentablemente en todo el legajo de 157 páginas la creatividad es mencionada sólo 8 veces y de manera ambigua y superficial sólo para afirmar su correlación con los diversos campos formativos: “La producción cultural como danza, juego, música o pintura… favorecen la creatividad y ésta tiene incidencia en todos los campos formativos”. Y de manera análoga se menciona que el desarrollo de los campos formativos Lenguajes, Saberes y Pensamiento Científico y De lo Humano y lo Comunitario promoverán la creatividad.
También se menciona en las orientaciones didácticas a los profesores donde se alude a la creatividad del docente como condición para la planeación de su trabajo cotidiano. Lamentablemente no hay una sola mención sobre alguna técnica o estrategia que contribuya a su desarrollo. Es más, la creatividad no está ni si quiera mencionada en el perfil de egreso de los estudiantes de educación básica. ¿Será que para eso que mal-llaman Nueva Escuela Mexicana hay realidades que no se requieren explicitar y se dan por hecho de manera automática?
Mientras en otras latitudes las escuelas y los maestros reflexionan y se preparan para desarrollar la creatividad y que sus estudiantes “piensen fuera de la caja”, al parecer nosotros no tenemos más remedio que “pensar fuera del programa”.

Sergio Dávila Espinosa
19 de septiembre de 2022