INNtenseando: Jugar, crear y aprender

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó la semana pasada los resultados del “Estudio Internacional de Aprendizaje Temprano y Bienestar Infantil” en el que participaron más de 4,500 niños de 5 años de edad de diferentes países a los que se preguntó sobre lo que más les gusta de su jardín de niños o preescolar. Los resultados permiten escuchar de primera mano a los destinatarios de las políticas públicas y acciones educativas cuya voz casi siempre es ignorada.

El estudio se centró en aspectos de desarrollo y aprendizaje que pueden predecir el éxito académico al terminar la educación básica, así como el bienestar general. Estos rubros, muy congruentes con el desarrollo neurobiológico son:

  • La alfabetización emergente, es decir las habilidades que desarrollan los niños, previas a la alfabetización que los facultan para comunicarse con los demás.
  • La aritmética emergente, que refiere la forma en que los niños resuelven problemas simples relacionados con los números, conteo, formas, medidas y patrones.
  • La autorregulación, expresada en la forma en que los niños inhiben sus impulsos y dirigen su concentración para retener información o completar tareas.
  • Las habilidades socioemocionales, referidas a cómo identifican sus propias emociones, las de los demás e interactúan adecuadamente.

¿Qué pueden decirnos los niños de 5 años sobre su aprendizaje que no sepamos?, quizás muy poco, pero sus respuestas pueden ayudarnos a confirmar algunas hipótesis, refutar mitos y valorar estrategias sencillas que desde la crianza pueden influir poderosamente en el desarrollo, bienestar y prosperidad de los niños.

¿Qué es lo que más les gusta hacer a los niños de 5 años en el preescolar? Seguramente la respuesta no sorprenderá a nadie, lo que más les gusta es jugar. Pero las opciones que le siguen en frecuencia son muy interesantes, los niños también mencionaron, en este orden: actividades manuales, aprender, activación física, el recreo en el que descansan y comen, estar con sus amigos y maestros, y elegir las cosas por hacer.

Es sumamente interesante advertir que para los niños no hay diferencia antagónica entre jugar y aprender. Les gusta hacer ambas cosas. El espacio para que puedan elegir las actividades por realizar es muy importante para ellos y hoy sabemos, está muy relacionado con el desarrollo temprano de habilidades cognitivas y sociales.

Estos resultados son conocidos por la mayoría de las licenciadas en educación preescolar que tienen a su cargo a los pequeños, pero no son advertidos por los padres, quienes muchas veces cometen el error de disociar el juego y el aprendizaje, o imponen todo tipo de decisiones a los niños sin darles oportunidad de elección.

El reporte evidencia que a los niños les gusta aprender cosas nuevas y cada vez más complejas, pero conforme van creciendo, la disociación que hacemos los adultos entre el juego como actividad recreativa y el aprendizaje como obligación, provoca que les deje de gustar la escuela y cuando esto sucede, es prácticamente imposible revertirlo. Una forma de favorecer que se mantenga la relación juego-aprendizaje es provocar y satisfacer la curiosidad natural e innata que tienen los niños. No nos confundamos, a los niños les encanta aprender, lo que puede no gustarles es la manera en que pretendemos enseñarles.

El estudio aporta información interesante con relación al contacto de los niños de 5 años con dispositivos electrónicos. Se confirma que el 83% de los niños encuestados usan un dispositivo al menos una vez a la semana y el 42% lo hace diariamente. Sin embargo, los datos del estudio no permiten establecer una relación clara entre el uso de los mismos y sus habilidades. Ni para bien ni para mal. Por lo que se considera que un uso moderado y no sólo vigilado, sino monitoreado por los adultos no representa alguna amenaza sobre el desarrollo y sí puede reforzar las habilidades de flexibilidad mental o alfabetización emergente.

Las conclusiones fundamentales del reporte apuntan a cómo los padres pueden apoyar el desarrollo de sus hijos, pues ciertas actividades están fuertemente relacionadas con este propósito, independientemente del origen socioeconómico y otras diferencias contextuales:

  1. A los niños les va mejor cuando sus papás les leen todos los días.
    Esta actividad que puede representar tan solo quince o veinte minutos, puede ser parte de una rutina poderosa en la que se desarrolla la alfabetización emergente, el apego seguro y proporciona un marco para que el niño pueda tomar decisiones sobre el libro o cuento que quiere escuchar.
  2. A los niños les va mejor cuando hay muchos libros en el hogar.
    Los niños pequeños no distinguen entre juguetes y libros de cuentos. Nosotros sí, por eso, en la medida de las posibilidades, debemos regalar libros a los niños y por supuesto, que ellos vean en nosotros un ejemplo del valor que le damos al hábito de la lectura.
  3. A los niños les va mejor cuando tienen conversaciones con sus padres.
    No basta preguntar cómo te fue en la escuela. Se puede hacer uso de un enorme catálogo de preguntas y estrategias que ayuden a los niños a expresar sus emociones, así como a reflexionar sobre sus acciones. La curiosidad natural de los niños y su enorme imaginación es también una rica oportunidad de convivencia.  
  4. A los niños les va mejor cuando los padres los llevan a actividades especiales deportivas, artísticas o sociales de manera moderada. El reporte muestra que aquellos niños que van a actividades tres o cuatro veces por semana mejoran su desarrollo de habilidades respecto a quienes no tienen esa oportunidad; pero también señala que el equilibrio actividades-ocio es fundamental ya que paradójicamente estos niños también superan en resultados a aquellos que participaron en actividades especiales todos los días.

Tratar de remediar los problemas de desarrollo académico en la adolescencia, es mucho más costoso y difícil que atender estas recomendaciones, simples en sí, aunque desde luego que requieren de tiempo y recursos económicos que no deben verse como una carga adicional a la compleja vida moderna, sino como la inversión más eficaz que se puede realizar para mejorar el bienestar y desarrollo de los niños.

Sergio Dávila Espinosa
Twitter: @sdavilae

22 de noviembre de 2021

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